Mensajes de diversas orígenes
jueves, 4 de abril de 2024
Jesús, Límpiame de la Arrogancia, del Orgullo. Gloria...
Mensaje de Lucía de Fátima al Grupo de Amor Santísima Trinidad durante una Reunión de Oración en Facebook del 28 de Marzo de 2024
Hermanos, hermanas, Nuestro Señor está ante cada uno de vosotros, bajad la cabeza, pero no la física, con los ojos tenéis que mirarle en esa Cruz, y con el corazón tenéis que bajar la cabeza, ese es vuestro orgullo, ni siquiera os dais cuenta de lo orgulloso que puede ser el hombre. El hombre no sabe que lo es, precisamente por la soberbia que vive en todo hombre, pero se puede combatir con la oración y con la humildad, y con el amor, con la fe, todo lo malo se puede convertir en bueno, para quien quiere nada es imposible para Nuestro Señor. Por eso hermanos, por eso hermanas, tratad de comprender que el hombre en la tierra sin la gracia de Nuestro Señor no es nada, se deja llevar fácilmente por la mentira, por la maldad, por los vicios, los mortales, muchos de ellos llevan a las almas a la muerte eterna, y todo esto el hombre no lo ve, porque sólo mira con ojos humanos, mirad más allá, sobre todo dentro de vosotros mismos, allí encontraréis toda respuesta.
Hermanos, hermanas, he vivido muchos años en este mundo, he aprendido sobre él, aunque estaba cerrado, estaba rodeado por el mundo. Cuántas cosas no sabéis. Algunas cosas os cuento, para daros el valor y la fuerza de no dejaros engañar por el mundo, el mundo artificial, porque todo lo que ha creado Nuestro Señor no hace daño, ni al alma ni al cuerpo, pero todo esto se ignora. La ciencia, los sabios, han ido más allá de las iluminaciones del Espíritu Santo, persuadiéndose con pensamientos y sabiduría que no les dio Nuestro Señor, el hombre ha preferido enriquecerse con el poder, con la satisfacción, con la exaltación, el hombre ama el éxito, el hombre ama la fama, el hombre persigue la moda, el pervertido, contra la naturaleza de Nuestro Señor, violando las leyes. Yo encerrada en un convento he aprendido mucho más que los que viajan por el mundo, para descubrir y enriquecerse.
Hermanos, hermanas, hoy quien quiera se bañará en humildad, coged una pequeña vasija para mojar las manos, llenadla de agua y mientras tanto alabad a Jesús. Hermanos, hermanas, con Jacinta y Francisco viví momentos buenos y malos, pero Nosotros juntos éramos una fuerza, yo solía ir sola al campo y anhelaba Su compañía, pero Ellos eran muy pequeños, esperé y entonces Sus padres les dieron permiso para venir conmigo. Estábamos alegres, por fin podíamos jugar juntas, pero sobre todo podíamos trabajar juntas, porque no era fácil, los peligros estaban ahí, y yo tenía que cuidarlas, pero Su presencia me hacía sentir más fuerte, nunca se lo dije. Jacinta era a menudo muy arrogante, pero al mismo tiempo se volvía muy dulce, Francisco era a menudo testarudo, y no me escuchaba, pero Su testarudez duraba sólo unos segundos, y sabía disculparse siempre, éste era Nuestro mundo. En el convento aprendí que había algo más, mucho más grave que los errores que cometían Jacinta y Francisco , allí descubrí que el hombre estaba hecho de otra manera, la verdadera terquedad era otra, la verdadera arrogancia era otra, y al descubrir los verdaderos errores aprendí a rezar.
Recemos todos juntos ahora:
Jesús, límpiame de la arrogancia, del orgullo. Gloria...
Quien reconozca que tiene estos defectos, que moje las manos en el vaso y se lave la cara. Quien crea que tiene estos defectos, que venga solo.
Jesús, de la arrogancia y la indiferencia a Tu amor, límpiame.
El que reconozca que tiene estas debilidades, que se lave la cara. Gloria...
Jesús, del desorden y la falsedad libera mi corazón.
Quien reconozca que vive a menudo estos momentos de desorden, lávale la cara.
Jesús, de las pasiones carnales y de los deseos mundanos libera mi corazón.
Quien reconozca que vive muchos momentos de estas tentaciones, lávale la cara. Gloria...
De la falta de caridad, de la falta de misericordia, sáname Jesús. Gloria...
Quien reconozca que necesita esta curación, que se lave la cara.
Un día, en el convento, dije a todas Mis hermanas: hermanas, sé que no aceptaríais lavaros los pies unas a otras, como Nuestro Señor hizo con Sus Apóstoles, pero participaríais en lavaros la cara, como símbolo de fe, de humildad, hacia Nuestro Señor, muchas de ellas se adhirieron, pero algunas se burlaron de Mí, pero las que se adhirieron después de hacerlo estaban alegres, y cada una de ellas recibió señales de Nuestro Señor.
Hermanos, hermanas, los que hicieron este acto con fe y humildad tendrán señales sobre sí mismos, vuestra alma se acercará más a Nuestro Señor, vuestros pensamientos se volverán mucho más hacia Nuestro Señor, vuestro cambio depende de cada uno de vosotros.
Hermanos, hermanas, recordad que el hombre se cree humilde, pero no lo es, es quien no sabe que es humilde. Pedid perdón cada día, porque siempre se cometen errores, voluntarios e involuntarios. Mi vida ha sido un continuo pedir perdón a Nuestro Señor, por la mañana me levantaba y pedía perdón, durante el día pedía perdón continuamente, por la noche antes de dormir pedía perdón. El perdón que pides a Nuestro Señor nunca es suficiente. Nuestra Señora desea que llegues purificada al Cielo, escucha Su consejo. Ahora abre los brazos hacia Nuestro Señor, Él desea darte una bendición especial, hará sentir Su mano sobre tu cabeza.
Muchos de vosotros sentiréis una sensación de frescor en vuestro rostro. Hermanos, hermanas, debo irme. Me ha alegrado rezar junto a vosotros. Jacinta y Francisco estuvieron siempre presentes, y rezaron junto a Nosotros. Nuestro Señor y Nuestra Señora me darán pronto permiso para volver entre vosotros, pero conmigo traeré sorpresas. Nuestro Señor y Nuestra Señora nos bendigan a todos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Nuestra Señora está Conmigo y con vosotros.
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